Nicolas Cage y sus excentricidades

Nacido en 1964 dentro de una familia de tradición cinematográfica, los Coppola, Nicolas Cage decidió cambiar su apellido para no llevar a su espalda el peso de esa tradición. Consiguió hacerse un hueco en el mundo del cine gracias a películas como Leaving Las Vegas (que le valió un Oscar), La Roca, Adaptation o La Búsqueda. Su personalidad carismática le ha llevado a ser toda una estrella consagrada, pero también a estar siempre en el punto de mira como uno de los personajes más estrafalarios de todo Hollywood.

Cage es un actor espectacular y eso lo ha demostrado en muchas ocasiones, pero también es cierto que a veces no sabe escoger bien sus trabajos, y ha vivido momentos muy duros precisamente por no escoger el papel idóneo para él. Proyectos fallidos, malas rachas, obsesiones que casi le llevan a la quiebra… La vida de Cage es como para hacer una auténtica película, pero hasta que eso llegue, en este artículo repasaremos todas sus excentricidades.

Nicolas Cage y su obsesión por Superman

Finales los años 90. Las películas de Spiderman con Sam Reimi todavía no habían visto la luz y la saga Batman, que tanto prometía, había quedado en nada. Warner Bros quiso entonces echar mano del otro gran superhéroe de DC, Superman, y crear una película perfecta para toda la familia, con la dirección de Tim Burton y protagonizada… por Nicolas Cage. Superman Lives, que así se llamó el proyecto, nunca llegó a ver la luz por diferentes problemas, y Cage se quedó sin interpretar a uno de sus personajes favoritos. No en vano, el actor era un fan absoluto de los cómics, tomando su apellido artístico del superhéroe de Marvel Luke Cage, y llamando incluso a su hijo Kal-El, verdadero nombre de Superman. Tal vez aquí se le fue un poco la mano…

 

Las mascotas de Nicolas Cage

Las excentricidades del actor no quedan ahí, sino que también tienen que ver con exóticos animales. Y es que se cuenta que Cage tuvo durante muchos años dos serpientes venenosas, dos cobras reales albinas, en su casa vagando libremente por allí, y tuvo que deshacerse de ellas por imposición de sus vecinos, que llegaron a denunciarle por eso. También se cuenta que posee un acuario con un pulpo de gran tamaño, un tiburón y hasta varios cocodrilos. Lo que sí está confirmado es que llegó a comprar el gigantesco cráneo de un dinosaurio, una compra que no le fue muy bien ya que tuvo que devolver el fósil por descubrirse que había sido robado de una excavación en Mongolia.

 

Nicolas Cage y sus matrimonios

Como casi todas las estrellas de Hollywood, la vida amorosa de Cage tampoco ha sido muy estable que digamos. Ha mantenido tres relaciones largas en su vida, con sendos matrimonios. El primero de ellos fue con la también actriz Patricia Arquette, a la que literalmente persiguió hasta que consiguió una cita con ella. Su matrimonio duró unos pocos meses, pero tiempo después, en 2002, Cage se casaría con Lisa Marie Presley, hija del gran Elvis, uno de sus mayores ídolos. Tampoco fue bien aquella aventura, algo que es entendible al saber que se casaron solo diez días después de conocerse. Su último matrimonio, el más largo, fue con Alice Kim, de la que se separó en 2016.  La chica era veinte años más joven que él, pero parece que aquello no fue el detonante de la ruptura, sino las continuas extravagancias del actor.

 

Las finanzas de Nicolas Cage

Tras ser investigado por Haciendo a finales de la década pasada, Cage tuvo que hacer un “reajuste” en sus finanzas, vendiendo la mayoría de propiedades que poseía, y no solo su avión privado, sus coches de lujo o sus numerosas mansiones, sino también el número 1 de Superman, al que eso sí, le sacó bastante beneficio. Años después, su divorcio de Alice Kim le llevó de nuevo a una situación complicada económicamente hablando. Actualmente Cage vive en las vegas y come en una cafetería con un menú muy barato, tal vez por falta de efectivo, o tal vez simplemente por seguir con su forma de vida alternativa.

Cage, el comprador compulsivo

Los problemas económicos del actor no se deben tanto a su falta de trabajo como a su forma compulsiva de gastar el dinero, muchas veces en objetos estrafalarios como aquella cabeza de dinosaurio, o una casa encantada. Sus mansiones, de las que llegó a tener quince, fueron la base para la quiebra de todo su imperio. La compra de sus exóticas mascotas también debió dejarle tiritando la tarjeta de crédito, así como el conseguir cabezas reducidas de pigmeos absolutamente reales. Por si no tuviera suficiente con todo eso, Cage decidió comprarse también un Lamborghini, pero no uno cualquiera, sino el del mismísimo Sha de Persia, por casi medio millón de dólares.