Fue uno de los actores más populares de su tiempo, y seguramente una de las mayores estrellas masculinas del Hollywood Clásico. Cary Grant era tan bueno ante la cámara que muchos llegaron a afirmar que actuaba bien hasta de espaldas. Parecía tener un don para la actuación, don que supo aprovechar durante décadas, convertido en uno de los galanes más populares de Hollywood, trabajando para todo tipo de películas y ganándose el respeto de todo el mundo del cine, con dos nominaciones a los Oscar incluidas. Admirado por Hitchcock, con quien rodó cuatro grandes clásicos, y deseado por buena parte de la población femenina estadounidense, Grant trataba de mostrar una vida perfecta cuando no estaba actuando, pero como la mayoría de estrellas de la época, también tuvo que pasar por sus propios tormentos y momentos difíciles.
El alcoholismo que le perseguía desde su adolescencia fue uno de los problemas más llamativos a los que tuvo que enfrentarse, consiguiendo liberarse de ello gracias a una terapia con drogas psicodélicas como el LSD, algo muy de moda en la época. Sin embargo, para encontrar el verdadero trauma del actor hay que retroceder hacia su infancia, momento en el cuál quedaría marcado para siempre por el suceso ocurrido con su madre, Else Kingdom, a quien perdió a los nueve años, aunque no de la manera en la que él creía al principio. Tras sobreponerse a la ausencia de su madre y a una adolescencia problemática, siempre con la ayuda de su padre, Grant descubrió, ya convertido en una estrella, que las cosas no eran exactamente como él creía, y su forma de ser cambió por completo. Su relación las mujeres nunca fue sencilla, y es posible que esta historia tenga mucho que ver en esto, como vamos a comprobar a continuación.
Quién fue Cary Grant
Nacido con el nombre de Archibal Alexander Leach en Bristol, Reino Unido, en 1904, la infancia de Grant no fue precisamente sencilla. Su padre, alcohólico empedernido pero con muy buena relación con su hijo, decidió meter a su esposa Else en un centro psiquiátrico después de un ataque de ansiedad. El joven Archie tenía tan solo nueve años, pero pudo superar la ausencia de su progenitora, a pesar de tener una complicada juventud. Con apenas dieciséis años se enroló en una compañía de teatro que viajaba por estados unidos, y una década después ya se encontraba en Hollywood, demostrando su carisma ante la cámara. Durante tres décadas, desde los años 30 a mitad de los 60, GRant se convirtió en una de las mayores estrellas del cine americano, por su forma de actuar y seducir a la cámara.
Uno de los galanes de Hollywood
Desde el primer momento, todos entendieron que aquel actor británico era una gran estrella en ciernes, algo que se corroboró ya en 1932 con el estreno de La Venus Rubia, donde Grant compartiría protagonismo con la exuberante Marlene Dietrich. Fue el pistoletazo de salida a una carrera como galán que despegó definitivamente a finales de la década de los años 30, con películas como La Fiera de Mi Niña o Historias de Filadelfia. Esas comedias de enredo dieron mucha fama a Grant y le convirtieron en el actor mejor pagado de su tiempo, aunque la fama que tenía más allá del set de rodaje era la de un hombre con complejos, con frustraciones y con miedos. Había sido pobre desde pequeño y ahora que ganaba tanto dinero, temía perderlo, y tenía pesadillas con ellos. Y además estaba el tema de su madre, a la que siempre creyó perdida, ya que su padre le había contado que los había abandonado siendo él un niño.
Abandonado por su madre
Cuando el joven Archie tenía nueve años y todavía ni se había planteado cambiarse el nombre por uno más atractivo para un galán de Hollywood, su padre, Elias Leach, tomó una decisión que marcaría su vida: internar a su esposa Elsie, madre de Archie, en un centro psiquiátrico, debido a sus problemas y crisis. Se decía que Elsie era una mujer depresiva, pero su situación seguramente no fuera tan grave como para internarla en aquel centro. Aun contra su voluntad, su marido decidió que aquello era lo mejor para ella. Y para no preocupar más al pequeño Archie, su padre le mintió afirmando que la mujer les había abandonado. Aquello marcaría para siempre al joven artista, que tardaría años en descubrir la verdad, después de que su padre se lo confesara cuando él estaba ya despegando como actor en Hollywood.
Elsie Leach, la madre de Cary Grant
La madre de Cary Grant se llamaba Elsie Leach, nacida Kingdom, casada con Elias Keach desde finales del siglo XIX. La tragedia para la familia Leach llegó con la muerte prematura del primer hijo, lo que provocó que Elsie quedará totalmente traumatizada y cayera en una profunda depresión severa que le afectó durante años. Aquello sirvió de excusa a su marido para internarla en un centro psiquiátrico, supuestamente con la intención de disponer de más tiempo para estar con sus amantes. Elias solo le contó a su hijo que su madre se había marchado para unas largas vacaciones. Grant, sin embargo, entendió que les había abandonado y que probablemente estaría muerta. Con ese trauma creció hasta que, a los 31 años, su padre le reconoció la verdad, y por fin pudo visitar, después de tanto tiempo, a su madre en la institución mental donde estaba encerrada. Acabaría por salir de allí gracias a la ayuda de su hijo, pero aquel trauma ya había marcado por completo la vida de Grant.
Los problemas de Cary con las mujeres
Aunque casi nadie aseguraría que un tipo que con apenas 30 años ya está trabajando en Hollywood de manera habitual puede haber tenido una mala vida, lo cierto es que la situación con su madre provocó una profunda herida en Grant, y sobre todo, supuso una influencia nociva en su relación con las mujeres. El actor se casó hasta en cinco ocasiones, como si no fuera capaz de encontrar al verdadero amor de su vida en una mujer. De hecho, durante la última etapa de su vida se rumoreó que el gran galán de Hollywood podría ser bisexual y haber tenido encuentros con otros hombres notorios del mundo del espectáculo. Grant y sus esposas negaron totalmente estos hechos, pero lo cierto es que aquellos rumores todavía siguen resonando con fuerza al contar la historia de uno de los mejores actores de la primera parte del siglo XX.