En 1990, el escritor y guionista John O´Brien publicaba una historia autobiográfica que supondría uno de los cúlmenes de la llamada literatura de la Generación X. En Leaving Las Vegas, O´Brien hacía un repaso descarnado y hasta cruel por momentos de su propia vida adulta, sus frustraciones y adicciones, las que le hicieron hundirse en una profunda depresión. El escritor quiso obtener el éxito en el campo de la literatura y el cine, y cuando todo parecía alineado para que así fuera, se quitó la vida. Fue en 1994, poco después de que comenzara a rodarse la adaptación de su novela, que contaba con Mike Figgis como director y con Nicolas Cage como protagonista. O´Brien no pudo ver dicha adaptación, pero estuvo en el recuerdo de todos cuando la película se estrenó, y cuando Cage consiguió el Oscar a Mejor Actor por ese mismo papel.
La historia de Leaving Las Vegas nace y muere con esa aura maldita que pocos proyectos tienen de verdad. No es una película impostada, una gran superproducción que rebaja sus expectativas para parecer más real. Es un filme de bajo presupuesto en el que su director tenía que rodar las escenas callejeras a una sola toma para evitar pagar los permisos. Figgis, también guionista, se encargó de la música original de la película ante la imposibilidad de contratar a un compositor. El resultado, sin embargo, es una auténtica maravilla, y ha quedado para los restos como una de las grandes películas de culto de los 90. La interpretación de Cage, la de Elisabeth Sue, enorme también en su papel “secundario”, y la propia depravación de Las Vegas como ciudad del pecado, el vicio y la desesperación, generan un cuadro imborrable ya en la memoria de cualquier persona que se expone a él. Porque Leaving Las Vegas, más que una simple película, es una auténtica experiencia que le traspasa a uno, a poco que pueda conectar mínimamente con ese protagonista ebrio y desesperanzado. Una historia que habla de cómo luchamos por conseguir aquello que queremos… y cómo todo se puede evaporar en un instante, dejándonos más que solos.